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ALONSO SÁNCHEZ: EL PRENAUTA

  • Foto del escritor: Ricardo España
    Ricardo España
  • 8 mar 2019
  • 5 Min. de lectura

La historia de uno de los personajes más enigmático de todos los tiempos.



Hay numerosas teorías acerca de navegantes que pisaron el suelo americano antes que Cristobal Colón. Como aquella que dice que los vikingos llegaron a pisar en el siglo X Groenlandia y Terranova. O la leyenda de Madoc, un príncipe galés que navegó hasta América en 1170.

Pero no hace falta irse al extranjero para buscar antiguos descubridores de nuevos continentes. Probablemente, si alguien te preguntara quién fue Alonso Sánchez, a no ser que hayas leído el cómic “Los informadores” o que seas onubense, no sabrás responder con seguridad.

No se trata de un antiguo cantante de la OTI, ni de un actor de una telenovela venezolana, ni tan siquiera de un concursante de “pasapalabra”, sino de un marinero que, supuestamente, llegó al continente americano antes de la llegada de Cristobal Colón.

No voy a extenderme en la vida de este controvertido personaje. Te remito a la lectura de la página del cómic en la que hablo de él.


Extracto del cómic "Los informadores"

Se ha escrito mucho sobre la historia de Pedro Alonso Niño, (piloto de la nao Santa María en el primer viaje) de los Hermanos Pinzones y de todos los que acompañaron a Cristóbal Colón en sus viajes. En cambio, hay pocos escritos que versen acerca de Alonso Sánchez, ya que no se dispone de pruebas fehacientes que demuestren su existencia.


El fraile dominico Bartolomé de las Casas (1484-1566) fue uno de los autores que escribió sobre el prenauta:

“Díjose que una carabela o navío que había salido de un puerto de España y que iba cargada de mercaderías para Flandes o Inglaterra, o para los tratos que por aquellos tiempos se tenían, la cual, corriendo terrible tormenta y arrebatada de la violencia e ímpetu della, vino diz que a parar a estas islas y que aquesta fue la primera que las descubrió. Que esto acaeciese así, algunos argumentos para mostrarlo hay (…)”.

Otro historiador, Gómez Suárez de Figueroa, llamado el Inca Garcilaso de la Vega, escribió en el capítulo III de sus Comentarios reales (1609):

“Cerca del año de mil y cuatrocientos y ochenta y cuatro, uno más o menos, un piloto natural de la villa de Huelva, en el Condado de Niebla, llamado Alonso Sánchez de Huelva, tenía un navío pequeño, con el cual contrataba por la mar, y llevaba de España a las Canarias algunas mercaderías que allí se le vendían bien, y de las Canarias cargaba de los frutos de aquellas islas y las llevaba a la isla de la Madera, (isla de Madeira, al norte de las Canarias) y de allí se volvía a España cargado de azúcar y conservas. Andando en esta su triangular contratación, atravesando de las Canarias a la isla de la Madera, le dio un temporal tan recio y tempestuoso que, no pudiendo resistirle, se dejó llevar de la tormenta y corrió veinte y ocho o veinte y nueve días sin saber por dónde ni adónde, porque en todo este tiempo no pudo tomar el altura por el sol ni por el Norte. Padecieron los del navío grandísimo trabajo en la tormenta, porque ni les dejaba comer ni dormir. Al cabo de este largo tiempo se aplacó el viento y se hallaron cerca de una isla; no se sabe de cierto cuál fue, mas de que se sospecha que fue la que ahora llaman Santo Domingo. y es de mucha consideración que el viento que con tanta violencia y tormenta llevó aquel navío no pudo ser otro sino el solano, que llaman leste, porque la isla de Santo Domingo está al poniente de las Canarias (...) El piloto saltó en tierra, tomó el altura y escribió por menudo todo lo que vio y lo que le sucedió por la mar a ida y a vuelta, y, habiendo tomado agua y leña, se volvió a tiento, sin saber el viaje tampoco a la venida como a la ida, por lo cual gastó más tiempo del que le convenía. Y por la dilación del camino les faltó el agua y el bastimento, de cuya causa, y por el mucho trabajo que a ida y venida habían padecido, empezaron a enfermar y morir de tal manera que de diez y siete hombres que salieron de España no llegaron a la Tercera (isla de Terceira, en el archipiélago de las Azores) más de cinco, y entre ellos el piloto Alonso Sánchez de Huelva. Fueron a parar a casa del famoso Cristóbal Colón, genovés, porque supieron que era gran piloto y cosmógrafo y que hacía cartas de marear, el cual los recibió con mucho amor y les hizo todo regalo por saber cosas acaecidas en tan extraño y largo naufragio como el que decían haber padecido. Y como llegaron tan descaecidos del trabajo pasado, por mucho que Cristóbal Colón les regaló no pudieron volver en sí y murieron todos en su casa, dejándole en herencia los trabajos que les causaron la muerte, los cuales aceptó el gran Colón con tanto ánimo y esfuerzo que, habiendo sufrido otros tan grandes y aun mayores (pues duraron más tiempo), salió con la empresa de dar el Nuevo Mundo y sus riquezas a España, como lo puso por blasón en sus armas diciendo: "A Castilla y a León, Nuevo Mundo dio Colón"


Estos escritos no pretenden desprestigiar la figura de Cristobal Colón, sino de dar fe de que el famoso descubridor dispuso de ayuda. Alonso Sánchez de Huelva pudo dar a Colón información valiosa para el viaje, como las leguas que tenía que recorrer o la existencia de los vientos aliseos y de la corriente ecuatorial del norte.


Otra de las ayudas que recibió Colón fue la del cosmógrafo italiano Paolo dal Pozzo Toscanelli, quien elaboró en 1474 una carta náutica (la vemos en el cómic cuando Colón señala las tierras que esperaba encontrar)

Toscanelli tenía la teoría de que se podía llegar a la India navegando siempre hacia poniente. Esa también era la idea que tenía Colón. Los dos pudieron intercambiar información, y es sabido que el navegante llevó consigo una copia de la carta náutica cuando realizó su primera travesía atlántica.


Mapa de Toscanelli

En el mapa se compara la distribución de tierras de la carta náutica de Toscanelli con la real. Podemos ver como Toscanelli y Colón erraron. Todo un continente entonces desconocido se interponía en medio, por lo que confundieron Cipango (Japón) con la isla de La Española, y creyeron que América era Asia. De hecho, se fueron a la tumba con esa convicción.


Volviendo a nuestro personaje. Son varios los homenajes que se le han dado a Alonso Sánchez en el municipio de Huelva. Un parque, un instituto e incluso una embarcación de salvamento llevan su nombre.

También, en los jardines del muelle de dicha localidad hay un monumento del escultor León Ortega consagrado a la memoria del “Prenauta”. En su base puede leerse la siguiente inscripción: “Al marino Alonso Sánchez de Huelva, predescubridor del Nuevo Mundo”.


Estatua de Alonso Sánchez en Huelva

Elías Pérez, onubense, también ha rendido un homenaje a su paisano rodando un cortometraje en 2018 titulado “El Prenauta”, que trata sobre la vida de Alonso Sánchez, marinero que aún no tiene reservado un espacio en los libros de historia, pero quizá algún día, su nombre sea reconocido en todo el mundo.


Ciertamente, y ya como una valoración personal, creo que la teoría del Prenauta me parece la más verosímil de todas las que he leído acerca de Colón y sus misterios. Esto no es óbice para concluir que la gesta del famoso almirante genovés y su tripulación es inmensa. Tan solo comparable a la llegada del hombre a la Luna. Esa gente debía tener un valor incalculable para atreverse a navegar en la inmensidad de un océano desconocido con tan pocos recursos.

 
 
 

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